Hamás se ofrece a entregar el poder en Gaza si acaba la guerra

Al-Hayya, que ha ejercido como negociador jefe de Hamás en conversaciones anteriores, apuntó al primer ministro hebreo, Benjamín Netanyahu, como responsable de que esa tregua definitiva no llegue a Gaza, «por motivos personales o ideológicos». El líder islamista hizo un llamamiento a la comunidad internacional, cada vez más crítica con el mandatario, para que aumente su presión sobre Israel y acabe con una guerra que este viernes dejó al menos 38 muertos en el enclave palestino. Los contactos en busca de una tregua definitiva, dijo, avanzan mientras tanto «con los mediadores y otras partes».

En su mensaje, el máximo responsable de Hamás denunció asimismo el fracaso de la Fundación Humanitaria para Gaza (GHF), respaldada por Israel y Estados Unidos, que desde la semana pasada trata de sustituir a la ONU y otras organizaciones en el reparto de ayuda a la población de la Franja, atravesada por la hambruna. La GHF ha suspendido nuevamente este viernes la distribución de alimentos en La Franja. Sus instalaciones permanecerán cerradas hasta «nuevo aviso» y ha pedido a los palestinos que no se acerquen a los almacenes por su «propia seguridad». El ejército israelí mantiene patrullas apostadas en el entorno de estas bases y en menos de una semana ha asesinado a casi un centenar de civiles después de realizar «disparos de advertencia» contra las multitudes que se salen de los caminos establecidos, según su propio argumento.

La GHF comenzó su actividad el pasado fin de semana bajo augurios pesimistas y no hn tardado en cumplirse. Entre el domingo y el martes los militares protagonizaron tres enfrentamientos con las multitudes hambrientas que acudían a por comida en el sur de Gaza, con más de 70 muertos y al menos 200 heridos por las balas. Testigos presenciales señalaron que el ejército llegó a emplear ametralladoras montadas sobre los tanques en el tiroteo. El miércoles, la fundación se vio forzada a interrumpir la distribución y pedir a Israel que reorganizara su dispositivo militar de protección.

Nada de eso ha servido. La agencia reabrió dos almacenes en Rafah durante la tarde del jueves. Los gazatíes que se acercaron al lugar solo vieron sendas naves semivacías. La GHF ha informado este viernes que se entregaron algo menos de 25.000 cajas de alimentos, unas migajas en una población de dos millones de habitantes en la que el 6% de los niños padece ya desnutrición severa, según un informe sanitario dado a conocer hace unas horas.

La fundación, apoyada por Israel y Estados Unidos, está demostrano una nula capacidad para gestionar la ayuda humanitaria en La Franja. Dirigida por contratistas privados y mercenarios, la supuesta ONG ha sido incapaz de meter en el territorio la cantidad masiva de alimentos y artículos sanitarios que requiere la población y tampovo ha conseguido mantener la seguridad en su perímetro. Los palestinos se juegan la vida cada vez que acuden a las bases a por sus raciones.

Por si fuera insufiente, en sus primeros seis días de vida, los dos principales directivos de la agencia han dimitido y su asesor logístico,Boston Consulting Group (BCG), se ha retirado del proyecto. Fuentes próximas al caso afiman que esta consultora americana decidió darse de baja tras las matanzas del ejército y las denuncias de organizaciones como Médicos sin Fronteras, que acusan a la fundación de servir a los interese de Israel y a la estrategia de una «limpieza étnica» en Gaza.

Las mismas fuentes han asegurado que sin la ayuda del BCG, a la agencia le será muy difícil seguir adelante con el reparto. Boston Consulting Group, una importante consultora a nivel mundial, ha formado parte del núcleo primigenio de la GHF y se encargó del diseño de su actividad más delicada, la logística. Ahora no solo se retira ante las dudas que le suscita su funcionamiento, sino que incluso ha anunciado una investigación interna. La Fundación Humanitaria de Gaza tiene otros socios, aunque se sabe muy poco de ellos ya que la propia ONG mantiene un manto de oscuridad sobre su composición.

Significativamente, ni los gobiernos de Israel ni de EE UU, sus mayores y casi únicos respaldos, se han molestado en pedir que desvelen esos datos. Pero sí se sabe que la GHF no tiene colaboradores del calibre de Boston Consulting Group y que encara enormes dificultades para encontrar a alguien capaz de gestionar la logística. Algunas fuentes aseguran que, más allá de los tiroteos y los fallos de seguridad con los militares, la fundación ha cerrado temporalmente por la falta de asesores válidos en la gestión de la ayuda.

Como único reemplazo cuenta con Johnnie Moore, un pastor evangélico próximo a Donald Trump, que ocupara la dirección ejecutiva vacante desde la dimisión de su anterior jefe, el exmarine reconvertido a empleado humanitario Jake Wood. Moore, profesional de las relaciones públicas de 43 años de edad, es conocido por haber dirigido el consejo asesor evangélico de Trump durante la campaña electoral de 2016 y por irle a visitar de vez en cuando a la Casa Blanca al frente de una coalición de grupos cristianos que, ya de paso, se quedaban y organizaban sesiones de oración con funcionarios y miembros del gabinete del presidente republicano.

El nuevo jefe de la CHF se define a sí mismo como un «pacificador», preside una empresa de relaciones públicas en EE UU, es sionista convencido y ha escrito libros sobre la persecución de los cristianos en Oriente Medio. Afirma que todo aquel que bendiga a Israel será igualmente «bendecido». Y, de momento, ha preferido mirar hacia otro lado en el caos de su agencia. Sus últimas declaraciones, en medio de los tiroteos contra civiles hambrientos y la escasez de ayuda alimentaria, Moore ha asegurado que la fundación está «funcionando» y su labor debe ser «celebrada»debería ser «celebrado». Sobre las muertes bajo las balas, ha dicho que es propaganda de Hamás y d elas autoridades de La Franja.

El cierre de los centros de distribución coincide con el comienzo de la festividad musulmana del Eid al-Adha. Este viernes las celebraciones y los rezos proliferan en Gaza al abrigo de las ruinas de las mezquitas. Los musulmanes rinden homenaje a esta fiesta del sacrificio con la matanza de una vaca o un oveja, con el fin de donar parte de su carne a los mendigos.

Sin embargo, a estas alturas de la guerra y en mitad de una hambruna inédita, apenas quedan unas pocas cabezas de ganado que se venden a precios astronómicos en el mercado de Al-Malwasi, la declarada 'zona segura' del sur de Gaza por parte del ejército. Llevar una bolsa de harina y algo de ropa usada para regalar a los niños es ya un logro para las familias en el Eid al-Adha.