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La sorpresiva 'Operación telaraña' de Kiev contra cuatro bases aéreas del ejército ruso hizo añicos decenas de aviones militares hace una semana. Fue una jugada ... maestra planeada durante más de un año y medio por el jefe del Servicio de Seguridad de Ucrania (SBU), Vasyl Maliuk, quien la comandó personalmente. Por ello, el presidente Volodímir Zelenski agradeció su contribución al éxito alcanzado. «Es un resultado absolutamente brillante que pasará a los libros de historia», dijo.
Poco se conoce sobre Maliuk. Eso sí, en su presentación en el Parlamento, cuando se puso al frente de los espías ucranianos en febrero de 2023, no dejó lugar a dudas de cómo pretendía actuar en su cargo. «En mi despacho tengo un retrato del cosaco Mamái con su bandura -un instrumento de cuerda-. Está sentado encima de las calaveras de los enemigos de Ucrania. Muestra cómo la muerte es lo único que podemos ofrecer a los ocupantes». Toda una declaración de intenciones.
Poco después de asumir el puesto, durante una entrevista con la televisión británica BBC, confesó que creció con el sueño y la meta de entrar en las fuerzas especiales ucranianas: «Desde niño he soñado con estar en operaciones especiales. Me he preparado física y psicológicamente para esta misión. Soy muy deportista, pero también me he especializado en leyes», contó.
Maliuk nació el 28 de febrero de 1983 en Korostyshiv, en la región de Zhytomyr en el norte del país. Al llegar a la mayoría de edad, cumplió con el servicio militar obligatorio en los organismos de seguridad del Estado y, después, se graduó en Derecho en 2005 en la academia del Servicio de Seguridad. Más tarde, obtuvo un máster en el mismo ámbito.
Fue ascendiendo en el escalafón desde oficial de operaciones hasta convertirse en jefe del departamento de lucha contra la corrupción y la delincuencia organizada. Tras la anexión de Crimea por parte de Rusia en 2014, el ahora jefe de inteligencia participó en las operaciones antiterroristas en la península ocupada y fue premiado por sus méritos con la Orden del Presidente de Ucrania.
Pero su relevancia se ha disparado desde la invasión rusa a gran escala que Vladímir Putin arrancó el 24 de febrero de 2022. Maliuk era entonces viceministro del Interior y ayudó a organizar la defensa de Kiev. Cuando las fuerzas ucranianas forzaron la retirada rusa en los alrededores de la capital, Maliuk se encargó de combatir en Donetsk, Luhansk y Jersón. Un mes más tarde volvió al SBU como jefe de los servicios especiales y fue nombrado general. Su antecesor y amigo íntimo de Zelenski, Ivan Bakanov, había sido apartado del cargo tras una serie de escándalos por la presunta colaboración con Moscú de sus asistentes.
Se trata de la primera vez que el servicio de seguridad ucraniano está encabezado por alguien que no es político, pero los resultados avalan a Maliuk. Su hoja de servicio está llena de éxitos desde el inicio, como la voladura del puente de Crimea en octubre de 2022 con un camión bomba. Otras de sus iniciativas son los ataques contra la flota rusa mediante drones marinos, con el 'Sea Baby' como el mejor exponente.
Pero haber acabado con la vida de varios «enemigos de Ucrania», tanto en el territorio ocupado por Moscú en Ucrania como dentro de las fronteras rusas, es uno de los éxitos de los que más orgulloso está Maliuk. «Oficialmente no lo admitiré, pero al mismo tiempo puedo dar algunos detalles», presumía con ironía en una entrevista en televisión en marzo de 2024, cuando se le preguntaba sobre los asesinatos detrás de los que estaría el servicio de seguridad ucraniano.
En esta lista de víctimas está el ruso Vladlen Tatarkski, un influencer propagandista del Kremlin con un millón de seguidores en Telegram. Según el teniente general Maliuk, Tatarkski, vinculado con el Grupo Wagner, era objetivo militar por haber luchado contra Ucrania y por haber llamado a eliminar ucranianos. El SBU engañó a una mujer para que le regalara una estatuilla llena de explosivos que provocó su muerte cuando estalló.
El parlamentario ucraniano Ilia Kyva, acusado de traidor a la patria por su oposición a la independencia de Ucrania, murió tiroteado a las afueras de Moscú en diciembre de 2023. Entonces, un portavoz del SBU confirmó que la agencia estaba detrás del crimen y amenazó con más: «Podemos confirmar que Kyva ha muerto. Un destino así correrán otros traidores de Ucrania, así como los esbirros del régimen de Putin». No era un farol.
El 17 de diciembre de 2024, una bomba colocada en un patinete y con la ayuda de una cámara de vigilancia, mató en la misma ciudad al comandante en jefe de las fuerzas de defensa radiológica, química y biológica de Rusia, el general Igor Kirílov, y a su asistente, Iliá Polikárpov. Según un uzbeko que, tras ser detenido, admitió su participación en el ataque, fue un atentado ucraniano. El general Kirílov, acusado por Kiev de cometer «crímenes de guerra», fue sancionado por el Reino Unido por enviar armas químicas para su uso en Ucrania.
Finalmente, el pasado 25 de abril, la explosión de un coche en el barrio moscovita de Balashija se llevó por delante al general Yaroslav Moskálik, vinculado con los ataques de Ucrania. Otro rival de Kiev que perdió la vida es Mijail Shatski, subdirector de una ingeniería balística en Moscú. La lista de Maliuk no deja de aumentar en su particular venganza contra Rusia.
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