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La puerta

Una buena parte de nuestra sociedad carece del mínimo de cultura (y educación) que la juventud merece

Domingo, 25 de mayo 2025, 07:37

Los dos gañanes, ¿o eran tres?, habían salido de un antro de dudosa fama que no frecuentaban demasiado. Iban con la torpeza del andar calamocano. ... Torpeza y euforia contenida y extendida por sus venas repletas de alcohol. A esas horas de alta madrugada, nadie se les cruzó en una plazuela presidida por una cruz en su centro. Cerca de allí, la Catedral ofrecía su imponente mole, y su no menos enorme puerta herméticamente cerrada. Uno de los gañanes sintió el absurdo deseo de entrar en la iglesia, cuando ni recordaba la última vez que fue a una de ellas. Golpeó con fuerza el portón recibiendo a cambio un dolor en manos y puños que le cabreó lo suyo. «Vamos, déjate de tonterías, y sigamos nuestro camino», le aconsejó uno que llevaba medio desabrochada la camisa, por no decir, del todo desabrochada. Se internaron en una histórica calle, bien iluminada en la noche, aunque no hubiera entonces alma alguna. Tampoco los servidores de la ley se encontraban por allí, quizás porque el gremio confíe en sus conciudadanos, incapaces de violentar personas y enseres. No conocían al empeñado en abrir puertas ni al descamisado.

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