Cocina en el mercado: el Rincón de Paco en Murcia

Hace unos seis años te dabas una vuelta por el mercado de Saavedra Fajardo, comprabas un arreglico gracioso de pescado y marisco y en El Rincón de Paco te lo pasaban por la plancha. «Ni sardina ni boquerones», decía el bueno de Paco para no apestar al personal. Aquella fórmula tan extendida en los mercados de la Región se convirtió en uno de los mejores atractivos para el aperitivo de los viernes.

Aquello se fue de las manos y lo que comenzó con unas gambas del puesto de arriba para hacerlas a la plancha -donde Paco cobraba solo la mano de obra-, terminó siendo hasta una caja congelada de gambón del Mercadona esperando en la barra para ser cocinada, lo que preocupó a Paco hasta el punto de dejar de dar ese servicio para centrarse en sus propios productos y elaborar una carta propia según sus gustos y sus inquietudes. Menos riesgo y más calidad. Todos ganan.

El caso es que de esta forma, El Rincón de Paco ha mejorado la oferta gastronómica y, a sus marineras, matrimonios, tigres, pulpo roquero, almejas gambas y croquetas, se le suman platos como brioche de solomillo de ternera, miniburguer, carrilleras de cerdo en salsa, rabo frito, oreja a la plancha, torreznos, rodaballo con ajos tiernos o unas patatas bravas tan deliciosas como adictivas, como platos más o menos fijos en la carta. Además, lo que Paco va pillando por los puestos y que tiene buena cara, pues se lo lleva a su rincón y lo ofrece fuera de carta. Al final, una cocina de mercado, pero en vez de que lo selecciones tú o tu cuñado de Blanca, es Paco, que sabe un poco del tema, quien hace la selección de productos.

Yo pruebo su ensaladilla de merluza servida en un coqueto vaso con unas huevas de salmón y un pico de pan. Su tostada de trufa con anchoa en uno de esos alardes de producto donde Paco pone todo o que tiene en la mesa. Aunque la verdad es que ni la anchoa necesita trufa, ni la trufa necesita anchoa. Juntos, una bomba.

El plato, como digo, que me parece imprescindible son las patatas bravas. La textura del tubérculo con su piel y las dos salsas que las embadurnan las convierten en un bocado perfecto. Sin más.

Deliciosos tomates con boquerones, piparras, cebolletas y aceitunas y un filete de rodaballo muy bien hecho a la plancha con unas patatas panaderas limpísimas de aromas desagradables y dos huevos fritos con su yema esperando para ser explotada. Un clásico.

Termino con un pepito de ternera con pan tostado a la mantequilla de gran calidad y una empanadilla rellena de tocino de cielo que Paco se empeña en que pruebe y que yo le agradezco por insistir. Crujiente por fuera, y crema por dentro. Deliciosa.

En definitiva, a El Rincón de Paco ya no puedes llevar tu bolsa con medio kilo de gambas para que te las haga, pero casi mejor. Larga vida.

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